Querido hijo, amada hija.
Hoy quiero recordarte cuánto te amo y cuánto me enorgullece ser tu Padre
celestial. Aunque puedas sentirte solo en tus batallas diarias, quiero que
sepas que estoy a tu lado en cada paso que das.
Observo con amor la manera en que enfrentas tus desafíos, cómo libras tus
batallas con valentía y persistencia. Eres mi creación perfecta, y cada
esfuerzo que haces no pasa desapercibido para mí.
He visto las lágrimas que has derramado en silencio, las preocupaciones que
pesan en tu corazón y la lucha constante por ser mejor cada día. Tus
sacrificios y tu amor incondicional hacia los demás no han pasado
desapercibidos para mí. Valorizo cada uno de tus esfuerzos, y quiero que
sepas que eres mi hijo amado, precioso en mi vista.
Aunque el mundo pueda no reconocer plenamente tu valía, quiero que entiendas
que mi perspectiva es diferente. Para mí, eres una joya invaluable, y
siempre estaré a tu lado para cuidarte, bendecirte y levantarte cuando te
sientas abrumado. No te preocupes por las críticas de aquellos que no ven tu
verdadero valor, porque sus vidas están en la oscuridad.
Mis planes para ti son de felicidad, prosperidad y bendición. No importa
cuántas veces te menosprecien o te maltraten, porque yo estoy contigo. Mi
amor te rodeará, mis bendiciones fluirán en tu vida y mi poder te levantará
por encima de cualquier adversidad. Confía en que estoy obrando en tu vida
de maneras que aún no puedes ver, preparando milagros y sorpresas que
superarán tus expectativas.
Hoy quiero alentarte a seguir adelante, a no rendirte ante las dificultades.
Confía en que mi mano poderosa te guiará hacia un futuro lleno de esperanza
y abundancia. Eres mi creación especial, y siempre estaré orgulloso de ti.
Recuerda que, si nadie más te lo ha dicho hoy, yo te lo digo con todo mi
amor: eres una persona maravillosa, una obra perfecta de Dios. Sigue
adelante con valentía, porque grandes milagros y bendiciones te esperan.
Con amor eterno,
Dios.
Este es un hermoso mensaje escrito con el propósito de avivar tu fe, tu
confianza y esperanza. Dios es un padre bueno, amoroso y lleno de orgullo
por nosotros sus hijos, que somos su creación divina.
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